Yo sí me acuerdo del que salió segundo


Han intentado hacernos creer durante las últimas décadas que, si no salís campeón, no servís. Sos un fracaso. Sin importar ningún tipo de contexto ni valor deportivo o institucional.

Se lo han creído hinchas, periodistas, deportistas y dirigentes. “Ganen o mueran”; “ese nunca ganó nada, no existe”; “del segundo no se acuerda nadie” y “el subcampeón es el mejor de los perdedores”.

Entonces que alguien le explique a los uruguayos que salieron cuartos en Sudáfrica 2010 que el recibimiento multitudinario en Montevideo fue un error. Y salieron cuartos.

Entonces los argentinos deberíamos pedir perdón por recibir como héroes a las selecciones subcampeonas en 1990 y 2014. La última medalla de plata en Brasil, inmejorable excusa para los ridículos y despiadados detractores de Lionel Messi, que adujeron y aducen que el rosarino “es pecho frío, no como El Diego”, que también perdió una final del mundo.

“Pero en México ganó”. ¿Acaso eso significa que nunca perdió un partido decisivo? Lo hizo, pero eso no lo convierte en un fracasado. El debate es ridículo. Inconducente y chiquito como una pulga.

Porque entonces Cruyff fue una mentira del fútbol por no haberle ganado la final a Alemania Federal en 1974 con uno de los mejores equipos de la historia del fútbol. No ganó, fracasó. Como Argentinos Juniors que puso contra las cuerdas a la Juventus en la Intercontinental 1985.

Los medios lo han impuesto y los jugadores se lo han creído, como la selección nacional tras perder la final olímpica en Atlanta 1996 frente a Nigeria, cuando se quitaron las medallas, sin entender el verdadero valor de una medalla olímpica. De la misma forma que no lo entienden quienes desprecian el oro conseguido en 2004 y 2008, ignorando los dolores de cabeza que le ocasionó a Brasil no poder obtenerla hasta 2016, en Río de Janeiro.

Es extraño, porque uno podría decir que en otros deportes esto no ocurre, porque al seleccionado de básquetbol se le han reconocido infinitos logros deportivos, a pesar de no haber alzado el trofeo. Y está perfecto. Pero a Los Pumas, se les recrimina que durante los últimos seis años “siempre pierden” en el Rugby Championship nada menos que contra galácticos como Nueva Zelanda, Australia y Sudáfrica y se olvida el tercer puesto heroico del Mundial 2007.

Los ejemplos sobran. Leonas, equipo argentino de Copa Davis, selección masculina de hockey sobre césped, Paula Pareto, Crismanich, que no siempre ganaron, pero quintos u octavos puestos les han servido para alcanzar lo más alto del podio. O no. No importa. Infinidad de atletas olímpicos que festejan como un campeonato haber finalizado en el puesto 20 una competencia olímpica. Algunos siguen sin entenderlo.

Imbécil desprecio y carente de comprensión de lo que significa un resultado deportivo, cualquiera fuera, analizándolo en su contexto y sus razones. Perder debe doler y mucho. Pero algún loco dijo por ahí: “"Soy un especialista en fracasos y sé perfectamente que las adhesiones se pierden cuando se acaba el éxito. Hay gente exitosa que no es feliz, y gente feliz que no necesita del éxito. El éxito es una excepción y no un continuo''.

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