El milagro argento
El fútbol
argentino debió haber desaparecido hace mucho tiempo. Por fraudulento, turbio,
arcaico, subdesarrollado, violento, desquiciado, enfermo, subexplotado,
maltratado.
99 de cada 100
veces debió haber desaparecido.
Pero no.
No ahora, hace décadas.
El campeonato
local debió haberse transformado en uno comparable con el de Togo y el
seleccionado nacional, sino desafiliado, ocupar los últimos puestos del ranking
FIFA y fuera de la Copa del Mundo en sus última, mínimo, cinco o seis
ediciones.
Carente de
talentos y de recursos económicos, el fútbol argentino hubiera sido hoy,
solamente un lejano recuerdo o una leyenda contada por un anciano senil.
Pero no.
Por alguna
extraña razón sobrevive. Aunque esa extraña razón pueda tener que ver con
intereses políticos y económicos. Seguramente.
Pero que la
Selección y los clubes sigan siendo competitivas pese a todo. Que sigan
surgiendo Messis, Agüeros, Tévez, Riquelmes, Aimares, Saviolas, Barcos, Diegos
Militos, Paulos Dybalas, etc, etc, etc se puede solamente explicar con algún
misterioso ingrediente de la leche materna, de la tierra donde fueron criados,
de algún gen no descubierto por la ciencia. Porque no solamente nacen y juegan
en sus clubes de barrio. Progresan en otros más grandes y le dan otra vida al
fútbol argentino. Como si fuese una vida
extra en un video juego.
También algunos
son rescatados y reclutados por los poderosos europeos, pero salvo excepciones,
deciden jugar allá, pero defender la camiseta argentina.
Y aparecen tres
finales en tres años para la Selección. Y Campeones continentales a nivel
clubes y más jugadores vendidos y más talentos y más promesas y más empresas
interesadas en alimentar a la bestia.
Que debería estar
muerta, pero parece inmortal. Que ya debería estar rendida y exhausta, pero
sigue peleando y ganando.
Los sabios que
lideraron el camino niegan haberse equivocado, mostrando medallas. Los locos
que no tienen lugar y piden cambiar el rumbo son eso, locos, y hay que
apartarlos.
Debimos haber velado al fútbol argentino hace décadas. Hoy, pensamos cómo ganarle a Alemania una posible semifinal el año que viene.
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